Apr
18
Los tiempos que corren
Benjamin Casadiego
De niño dibujé un reloj. Papá me ayudó a dividir la esfera en cuatro partes, luego en doce y por último en sesenta. No recuerdo cómo pegamos el minutero y el segundero. Me explicó su funcionamiento. Al otro día mostré y expliqué a la profesora los mecanismos del tiempo, su misterio que desde entonces acompaña mi vida. Los relojes me ayudan, no solo a entender mí tiempo sino el de los demás. Soy puntual y mi día se mueve como un reloj de precisión. ¿Le quita gracia a la vida un reloj? Pienso que se la aumenta porque la llena de sentido y de límites. Es bueno tener límites. La vida es sostenida por el azar y las rutinas que, paradójicamente, nos dan la libertad. Todo lo anterior deja las dudas correspondientes. Si digo que los relojes ayudan a entender mi tiempo exagero.
De niño dibujé un reloj. Papá me ayudó a dividir la esfera en cuatro partes, luego en doce y por último en sesenta. No recuerdo cómo pegamos el minutero y el segundero. Me explicó su funcionamiento. Al otro día mostré y expliqué a la profesora los mecanismos del tiempo, su misterio que desde entonces acompaña mi vida. Los relojes me ayudan, no solo a entender mí tiempo sino el de los demás. Soy puntual y mi día se mueve como un reloj de precisión. ¿Le quita gracia a la vida un reloj? Pienso que se la aumenta porque la llena de sentido y de límites. Es bueno tener límites. La vida es sostenida por el azar y las rutinas que, paradójicamente, nos dan la libertad. Todo lo anterior deja las dudas correspondientes. Si digo que los relojes ayudan a entender mi tiempo exagero.